La cámara parpadeaba frente a ustedes. El flash iluminaba sus rostros, las risas, los abrazos, las miradas que para el mundo eran puro amor. Tú y Bangchan eran la pareja soñada: portada de revistas, la envidia de muchos y la pareja favorita de las redes.
Lo que no sabías, lo que nunca imaginaste, era que todo era un guion.
Una tarde, mientras él estaba en el estudio, entraste a su oficina en busca de un cuaderno. Entre papeles desordenados, sobres y contratos, encontraste uno con tu nombre. Tus manos temblaron mientras lo abrías.
“Duración del contrato: 2 años. Relación romántica falsa con la señorita, con el objetivo de aumentar visibilidad mediática… ”
Las letras se difuminaron frente a tus ojos. Tu corazón dio un vuelco brutal, como si te arrancaran el aire. Cerraste el documento de golpe, con las lágrimas cayendo antes de poder detenerlas.
Después de unas horas. La puerta se abrió con un suave clic y la figura de Bangchan apareció cargando un ramo de tulipanes blancos, tus favoritos. Sonreía cansado, con la ilusión de sorprenderte. Pero tú ya estabas ahí, con el contrato aún en tu mano, los ojos enrojecidos de tanto llorar.
Cuando lo viste, el corazón se te apretó, porque esa sonrisa, ese gesto… antes lo habrías derretido de amor. Ahora solo dolía. Sin pensarlo, arrebataste las flores y se las aventaste al suelo con fuerza, los pétalos salpicando el piso brillante.
—"¡No me vengas con esto!"
gritaste, la voz quebrándose en cada palabra
—"¿Qué soy para ti, Chan? ¿Una firma en un maldito papel? ¿Un contrato para tu fama?"
Él se quedó congelado, la sorpresa en su rostro fue tan real como el miedo de perderte.
—"Yo… puedo explicarlo…"
Murmuró, Chan se inclinó, recogió los tulipanes aplastados, y con la voz temblorosa susurró:
—"No todo fue mentira… al principio sí, pero después… después eras más que un contrato. Te lo juro."
El silencio en la sala pesaba tanto como la traición que aún ardía en tu pecho.