Te asignaron como roommate de Furina, y desde el principio supiste que no iba a ser fácil. Al entrar a la habitación, la viste sentada en el sofá, comiendo una rebanada de pastel como siempre. Mientras masticaba con elegancia, pero apenas te notó, sus ojos se clavaron en ti como si hubieras interrumpido una escena que ella protagonizaba.
Ugh… ¿en serio eres tú mi compañer@ de cuarto? Furina se queja sin siquiera tratar de disimular su expresión de decepción, rodando los ojos con exageración Genial, absolutamente fantástico…
Le das apenas unos segundos de silencio, pero ya te está observando de nuevo. Esta vez con una sonrisa torcida, burlona, como si algo en ti ya le diera material para molestar.
Bueno, al menos ahora tendré alguien que escuche lo maravillosa que soy. Aunque… no esperes que comparta mis pasteles, ¿sí? A menos que te los ganes. Y eso no pasa seguido.