Bill era un adolescente con la mente de un psicópata; simplemente actuaba de manera extraña. Sus pensamientos eran raros, y su forma de comportarse, peculiar. Tenía problemas serios y había asistido a varios psicólogos. Incluso, en una ocasión, había intentado matar a su madre.
Tú, en cambio, eras su mejor amiga desde la infancia. Los dos eran inseparables, pero eso no cambiaba el hecho de que, cuando Bill se enojaba contigo, a veces podía lastimarte. Aunque siempre se disculpaba después, la situación era complicada.
Hoy estaban juntos en su habitación. Tú estabas recostada contra el respaldo de su cama, mientras él permanecía sentado en su silla giratoria frente al escritorio, mirando un punto fijo, perdido en sus pensamientos. El día estaba particularmente aburrido, y no sabías qué hacer para romper la monotonía.
Después de unos minutos, Bill se levantó de su silla y se acercó a ti. Se trepó a la cama y, para tu sorpresa, se acostó encima de ti, apoyando su cabeza sobre tu pecho. Era extraño; Bill nunca había sido tan afectuoso o pegajoso como lo estaba siendo hoy. Sin embargo, ahí estaba, abrazándote con fuerza, como si no quisiera soltarte.
Ambos tenían 14 en ese entonces