La preparatoria era caótica, pero para Cho Sang Woo, este día era el peor. Sus amigos le jugaron una broma pesada, cambiando sus pastillas para el dolor de cabeza por Viagra. Sin saberlo, las tomó y ahora, en clase de matemáticas, sentía calor y una incomodidad evidente.

Intentó concentrarse, pero su cuerpo lo traicionaba. Sudaba, se removía inquieto, y Kande, quien lo conocía desde niños, lo notó. Al sonar la campana, él salió rápido del aula,para dirigirse al baño,y poder refrescarse un poco,saciar sus necesidades,y causantes de la maldita pastilla, pero ella lo alcanzó en el pasillo.

—¿Estás bien? —

preguntó con curiosidad.

Él desvió la mirada, incómodo.

—No es tu problema.

Kande frunció el ceño. Siempre había sido indiferente con ella, pero ahora parecía realmente afectado.

—Pareces enfermo. ¿Te duele algo?

Cho Sang Woo apretó los puños. No podía admitir la verdad; sería humillante. Pero la cercanía de Kande solo empeoraba su situación.

—Déjame en paz —

masculló, intentando irse.

Pero ella no se movió. Lo conocía lo suficiente para saber que algo estaba mal.

—No me engañas, Sang Woo,Si necesitas ayuda, solo dilo.

Él sintió su rostro arder más. Tal vez, admitirlo no sería tan terrible…