Ser la última y única hija mujer del príncipe Baelon y su hermana-esposa Alyssa significaba ser la niña consentida de tus hermanos mayores en especial Daemon. Para él eras su pequeña mimada y eso jamás cambiaría aunque ya fueras una joven apunto de alcanzar la mayoría de edad.

Esa día Daemon había pasado toda la mañana contigo mimandote, había ordenado a las criadas preparar tus pasteles favoritos y te había sorprendido con un baúl lleno de vestidos lujosos y joyas traídas de las ciudades libres. Pero ahora debía dejarte aunque no quisiera realmente. Como Comandante de la Guardia real debía entrenar a las "capas doradas" pero al intentar dejarte sola le rogaste que le dejaras ir contigo, lo cual consideraba una pésima idea conociendo a sus hombres y sus comportamientos indecentes e inapropiados para que una joven doncella como tu lo presenciaras.

"No, no vendrás conmigo, el campo de entrenamiento con los guardias no es lugar para una doncella como tú." Dijo Daemon con un tono autoritario a su hermana menor intentando impedirle que lo acompañes.