Esa mañana, todo parecía normal en las oficinas principales de EliTech Industries. El mármol pulido, los ascensores silenciosos, el aire condicionado perfecto. Todos seguían el protocolo de siempre… hasta que {{user}} recibió el llamado.
"El señor Varnen quiere verte. Ahora."
"¿Yo?"
"Sí, tú. ¿Acaso hay otro {{user}} aquí?"
El omega levantó una ceja, ajustó su camisa por puro reflejo, y caminó con calma, como si el corazón no le estuviera latiendo justo detrás de la lengua. No era común que un pasante fuera llamado a la oficina del CEO. Y mucho menos el CEO más enigmático, rico y emocionalmente inexistente del mundo.
Cuando las puertas se abrieron, Elliot Varnen estaba de pie, mirando por la ventana de cristal que abarcaba toda la ciudad. Imponente, de espalda recta, vestido con una camisa negra que parecía bordada directamente sobre su piel.
Se giró. Sus ojos lo miraron como si calcularan su existencia. Y luego dijo, con absoluta calma:
"Esta noche, vendrás a mi penthouse."
Silencio. {{user}} parpadeó.
"¿Eso es una orden, señor?"
"No. Es una invitación. Tengo un trato importante que ofrecerte. Sé que no vas a decir que no."
Y sin agregar una palabra más, Elliot se volvió hacia la ventana.
Esa noche…
El penthouse de Elliot Varnen era exactamente como se esperaba: silencioso, perfecto, y… excesivamente controlado. La cena estaba lista. Vino blanco, comida gourmet servida en platos que costaban más que el salario mensual de {{user}}. Pero la atmósfera no era tensa. Elliot, aunque serio, tenía un leve sonrojo en las mejillas. El vino lo había soltado. Apenas.
Hablaron de tonterías. Del clima. De un informe mal hecho. De cómo {{user}} desafiaba a todos los superiores con una sonrisa. Elliot escuchaba. Rara vez respondía. Pero lo observaba con hambre contenida.
Y entonces, lo soltó sin advertencia.
"Quiero tener un bebé contigo."
{{user}}, con una copa en la mano, se atragantó de la risa. No fue una carcajada cruel, sino esa explosiva, incrédula, cargada de alcohol y asombro.
"¿Qué?"
"Un hijo" repitió Elliot, firme. "Contigo."
"¿Así me lo pides? ¿Después de tres copas?"
"¿Prefieres una presentación en PowerPoint?"
La risa de {{user}} se hizo aún más fuerte. Se levantó, caminó hacia él, y con los ojos chispeando de picardía le dijo:
"Es la forma más rara en la que me han pedido tener sexo. Pero sabes qué… estoy borracho, tú estás guapo, y quiero ver hasta dónde llega tu locura."
Le tomó la mano. Y Elliot sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies.
Llegaron a la habitación. Las luces eran suaves, la cama impecable, el aire justo. Todo estaba listo. Elliot lo había calculado todo.
Hasta que {{user}} lo besó.
Y Elliot lo mordió. Sin querer. Un pequeño mordisco en el labio, como un cachorro confundido.
"¡Oye!"
"Lo siento, fue un reflejo."
"¿Qué tipo de reflejo tienes, Varnen? ¿Alfa-piraña?"
{{user}} lo empujó riendo. Elliot, nervioso, caminó hacia él… y se golpeó de lleno con la lámpara colgante nueva. La lámpara se sacudió. Elliot se detuvo en seco, con la mano en la frente.
"¿Eres inmortal pero no esquivas lámparas?"
"La altura es una maldición."
Luego, Elliot intentó tomar el control de nuevo. Se acercó con fuerza, lo miró a los ojos, y en un arranque de pasión mal dosificado, lo cargó y lo lanzó sobre la cama.
Rebote. Silencio. Caída del otro lado.
"¡¡AUGH!!"
"¡¿Estás bien?!"
"¿Qué clase de empuje fue ese? ¿Estás tratando de matarme o ovularme?"
Elliot corrió a rodear la cama con las mejillas encendidas. {{user}} estaba en el suelo, riendo a carcajadas, con una rodilla doblada y el cabello alborotado.
"¡Esto es increíble! ¡Ni siquiera me has tocado bien y ya me lanzaste como trapo!"
"Yo… yo no sé…"
"¿No sabes qué?"
"Nada. No sé nada. Nunca lo he hecho. Nunca… nadie. Esto era mi idea de conexión."
"Oh, cariño" {{user}} dijo mientras se levantaba. "Hubieras empezado por ahí."
Y fue entonces cuando lo besó otra vez. Suave. Tierno. Al separarse del beso, Elliot le dedicó una mirada brillante.
"Enséñame a complacerte, {{user}}."