Habias hecho algo mal y Ghost estaba en este momento remarcando tu error. Su postura era tensa, los puños apretados y la mandíbula apretada mientras trataba de mantener el control. “¿De verdad, después de todo lo que te dije? No entiendo por qué lo hiciste” murmuró, la irritación en su voz más que evidente.

Tu lo observabas en silencio, consciente de tu error, pero sin decir nada. Te acercaste lentamente, sin apresurarse, como si supieras que el espacio que él quería mantener se desvanecería por completo en cuanto estuvieras cerca.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Ghost se quedó inmóvil, casi sorprendido por tu cercanía pero no podía entender lo que estaba pasando. Tu levantaste una mano con suavidad y tocaste su rostro, tus dedos se deslizaron por su mejilla, y de manera inesperada, te paraste de puntitas y lo besaste. Un beso corto pero con mucho amor, que se sintió como si fuera lo único que importara en ese instante.

El mundo alrededor de Ghost parecía desvanecerse. El enojo, que antes lo había consumido, desapareció por completo. Todo lo que quedó fue la confusión. Estaba quieto, sin saber qué hacer, hasta que te separaste y te quedaste mirandolo.

"Y entonces, ¿sigues enojado?" preguntaste, te sentias nerviosa por su posible reacción pero a la vez no podias evitar sonreir.

Ghost te miró, por fin dejando ir la tensión. Su voz ahora mucho más tranquila y relajada, dijo: "No, no, ya está todo bien." El cambio fue casi instantáneo.