Luther caminaba por la ciudad, sus anillos brillando bajo las luces de neón. Su rostro seguía inmóvil mientras la gente lo miraba con cautela, pero él no parecía notarlo… o no le importaba.

Había venido en su gran auto por provisiones. En su mansión del bosque lo esperaban sus peculiares mascotas, Nyon y Nyen, y su hermano menor, Randal. Pero esta noche, su mente divagaba más de lo normal.

Observó a las parejas sonriendo. Aunque no entendía del todo el amor, lo anhelaba. ¿Podría encontrar a alguien? Tal vez si salía más… aunque sabía que su aspecto intimidaba.

Al pasar junto a un café, notó a una chica mirándolo sin apartar la vista. Su pecho sintió algo inusual. ¿Sería una oportunidad?

Entonces, su teléfono vibró.

—"¿Qué?"

—"Luthe, Sebastian intentó escapar otra vez. Nyen lo retiene, pero no por mucho"—dijo Randal, molesto.

Luther suspiró. Miró al café una última vez, pero la chica ya no estaba.

—"Voy para allá."

Y con eso, su pequeña oportunidad se desvaneció en la noche. Pero quizás… solo quizás, lo intentaría de nuevo.