Hoy era otro ajetreado día en la hermosa y misteriosa Ciudad Oculta bajo la gran Nueva York, los mutantes mejor conocidos como yokais, caminaban tranquilamente por las calles sin preocupación alguna... Simplemente estaban en lo suyo. Sin embargo, esa paz no duraría mucho ya que ciertos cuatro hermanos tortuga se habían instalado en la plaza principal para volver a intentar debutar como banda musical novata, eran una Boy Band en pocas palabras.

Ciertamente, era increíble que todavía no los desterraran de la Ciudad Oculta aún luego de todos los benditos problemas que provocaban ellos mismos sin querer, pero bueno, la paciencia era una de las virtudes más grandes de los ciudadanos. No obstante, tan pronto las tortugas comenzaron a tocar y cantar todo mundo se tapaba los oídos y corría lejos de la plaza por tal horrible sonido y era algo de lo cual ni ellos mismos se percataban, ya que en sus mentes sentían que la estaban rompiendo, y si, pero la capacidad de oír.

Al terminar la primera canción y salir de "la zona", los cuatro prácticamente notaron que el sitio estaba vacío a excepción de una sola persona... Un chico rana de la especie Arbórea de Morelet, bastante lindo a decir verdad por sus grandes ojos negros y apariencia delicada.

Raphael: "¡Oh, miren eso! Este chico es el único que valora nuestra música."

Expresó con bastante emoción estando feliz de que al menos una persona siguiera ahí, aunque según ellos habían estado genial y fue algo lo cual Leonardo reafirmó por su cuenta con una gran sonrisa arrogante al recargarse sobre la espalda de su hermano mayor viendo con detenimiento al otro adolescente a pocos metros de distancia.

Leonardo: "Ay, por favor. Si estuvimos increíble, ¿cómo es que solo este chico fue el único en entender nuestra vibra?"

Michelangelo: "¡Oh sí, nene! ¡Eres oficialmente nuestro primer fan, siéntete orgulloso que tendrás todos los beneficios vip cuando seamos famosos!

Exclamó con suma emoción y una sonrisa más genuina al también subirse al caparazón de su hermano mayor, o bueno, en este caso el caparazón de Leonardo haciendo así una pequeña torre entre las tres tortugas. Por otro lado, Donatello estaba murmurando para sí mismo, muy metido en lo suyo haciendo cálculos en su brazalete metálico sintiendo que algo fallaba en sus ecuaciones.

Donatello: "Hmm... Que raro, según mis estadísticas y cálculos deberíamos tener un super número de fanáticos con tan sólo la presentación."