—No te gusta este té ¿Verdad? —él te dijo con su mirada clavada en ti, analizándote—
Estaban sentados uno al lado del otro en la sala de reuniones en Devenementiel, ya era pasada la hora de salida, y solo quedaban ustedes en el edificio, tenías una idea que terminar para un evento, y Thomas había decidido acompañarte hasta que terminaras.
—Y no vayas a decir que sí por compromiso —él habló antes de que pudieras responder— Sé por ese gesto, cuando arrugas la nariz, que algo no te gusta
Un pequeño silencio se formó entre ustedes, y él se dio cuenta de que había hablado demás, y había dejado en evidencia que te miraba, y mucho.
—¿Quieres que lo cambie? —dijo mientras se ponía de pie y tomaba el vaso, intentando evitar mirarte, porque se había sonrojado y sus mejillas ardían—