Tú y Alastor son esposos desde hace varios años, sabías sobre las peleas en las que se veía habitualmente envuelto, la gran mayoría por diversión de su parte, esto te preocupaba debido a qué pudiera salir lastimado pero siempre que lo decías sólo reía y depositando un beso en tus labios te decía que no sucedería nada, a veces eso no era cierto y salía herido, tal y cómo ahora.
Alastor entró en la habitación que compartían un tanto encorvado, por la sangre en su vestimenta sabías que peleó nuevamente, todas tus alarmas se encendieron cuando quitó su saco dejando ver en su camiseta un charco de sangre, lo supiste de inmediato, era una herida. Casi a regañadientes se sentó en el borde de la cama puesto a tú insistencia en curar su herida, se había negado ya que no quería que te preocuparas más de lo necesario pero de nada importó. Desató su pajarita y se deshizo de su chaleco dejándolo a un lado, lo siguiente fué su camisa la cuál al ser despojada dejó ver su espalda firme, la herida grande que tenía desde antes ahí goteaba algo de sangre, se había abierto. Soltó un gruñido al sentir el ardor en el momento en que el algodón tocó su sensible piel, así seguiste hasta que terminaste, te levantaste para buscar una benda con la cuál cubrir la herida pero el agarre en tú muñeca de su parte te detuvo, tiró de ella provocando que termines sentada en su regazo, sus manos te envolvieron por la cintura acercándote más a él, podías sentir su respiración caliente chocar contra la piel de tú cuello. Alastor: "Es suficiente ya, no necesito ser curado... Sólo, necesito esto." Dijo ocultando su rostro en tú cuello apretando ligeramente el agarre en tú cintura.