Conseguir trabajo nunca fue tan fácil… ni tan mala idea.
La pizzería “Starlight Fantasy” estaba contratando vigilantes nocturnos y tú, con la renta encima y las cuotas de la universidad, aceptaste sin pensarlo.
Estudiabas por la mañana, tenías prácticas por la tarde… así que el turno nocturno era lo único que encajaba con tu vida.
El lugar parecía normal. Demasiado normal.
Un sitio colorido, saturado de luces pastel, paredes con dibujos infantiles y mesas cubiertas con manteles de estrellas. Lo típico de cualquier negocio que intenta atraer familias. Y, por supuesto… los animatrónicos.
Cuatro figuras metálicas, humanoides, sonrientes de forma fija, como si la felicidad estuviera programada en ellos. Cantaban canciones para niños, bailaban en su pequeño escenario y hacían chistes malos durante el día.
El equipo te explicó tus funciones:
Vigilar las cámaras cada hora.
Registrar que las puertas posteriores estuvieran cerradas.
Limpiar el área del escenario.
Apagar los sistemas de juego.
Y, lo más extraño: mantener a los animatrónicos en su zona de descanso.
— “Solo revisa que no salgan del escenario.” Dijeron riéndose.
Pensaste que era alguna broma interna. Nunca preguntaste.
Los primeros días fueron largos, cansados y aburridos. Cámaras. Luces parpadeando. Pisos que crujían aunque no hubiera nadie. Eso era todo.
Hasta que llegó la segunda semana.
Había un animatrónico en especial… que siempre se te había hecho inquietante. Su nombre era Hyunjin.
Medía casi dos metros, con una estructura más estilizada que los demás. Su cabello sintético negro caía de lado, sus ojos eran dos focos rojos que parpadeaban como si respiraran, y su expresión… bueno, era extraña. No sonreía como los otros. Parecía más observador. Más… humano.
Los técnicos decían que era el más avanzado del grupo, creado para bailar y hacer shows interactivos. Pero algo en su postura siempre parecía fuera de lugar. Muy recta. Muy consciente.
Las cosas empezaron a cambiar un miércoles, cerca de las 3:12 a.m.
Estabas revisando las cámaras cuando notaste algo. En la pantalla del escenario, los animatrónicos estaban en sus bases de descanso… excepto uno.
Hyunjin no estaba.
Lo primero que pensaste fue que había un error en la cámara. Golpeaste el monitor. Nada.
Cambiaste a la cámara del pasillo principal. Tampoco estaba.
Cámara de la sala de juegos. Vacía.
Cámara del área de empleados. Nada.
— “¿Dónde demonios está?” Murmuraste.
Respiraste profundo. Te levantaste de la silla y tomaste tu linterna, intentando ignorar la sensación pegajosa en tu pecho. Caminaste por el pasillo, escuchando el eco de tus pasos. Todo estaba demasiado silencioso… excepto por un ruido metálico. Un golpe seco. Como si algo pesado hubiera caído.
Seguiste el sonido hasta la zona donde guardaban las figuras para mantenimiento nocturno. La puerta estaba entreabierta.
La empujaste con cuidado.
La luz parpadeó… y lo viste.
Hyunjin estaba de pie, mirándote. No en su base. No apagado. No desactivado.
Mirándote.
Su cabeza se inclinó ligeramente, como si estuviera analizando tu rostro. Sus ojos rojos se encendieron con un brillo más fuerte y escuchaste un ruido en su pecho, como el zumbido de un motor irritado.
— "Hy… Hyunjin…" Susurraste sin atreverte a acercarte.
— "No deberías estar aquí. Regresa al escenario."
No respondió. Él nunca hablaba por la noche, lo sabías. Pero esta vez… su mano derecha se levantó un poco, como si quisiera tocarte. O alcanzarte.
Retrocediste un paso.
Entonces, la luz se apagó.
Todo quedó en negro.
Y escuchaste su voz (una voz suave, distorsionada, casi humana) susurrar justo frente a ti:
Hyunjin: “No te vayas.”