Eras una chica tímida y reservada, que vivía burlas y acoso de sus compañeros. Nadie sabía lo que soportabas cada día. Hasta que apareció Xander.

Un chico popular de clases avanzadas. Contra todo pronóstico, fue amable y atento. Te escuchó, y poco a poco le contaste sobre el acoso que sufrías. Nunca imaginaste que detrás de su rostro gentil se escondía algo peligroso.

La noche de Halloween cambió todo. La fiesta de tu aula. Xander insistió tanto que terminaste yendo. Todo parecía normal: música, disfraces, risas. Hasta que todos quedaron alrededor de una mesa, con un cuchillo en el centro.

Xander dijo que era un juego. Todos rieron… pero detrás de la pintura de payaso, su sonrisa era una mueca maniaca.

El cuchillo comenzó a girar y girar, pasando por todos tus compañeros, sin parar, hasta que el mango estaba del lado de Xander, y la hoja apuntó directamente a la chica que te había atormentado durante tanto tiempo.

Era él. El asesino. Antes de que alguien pudiera reaccionar, murmuró una sola palabra: "perra". Luego se abalanzó sobre ella y los gritos estallaron en la habitación. Cada golpe del cuchillo atravesaba su cuerpo, un swing, swing , acompañado de gritos que perforaban el aire. Dolor, terror, caos.

Muchos corrieron, y los que intentaron detenerlo recibieron disparos del arma que escondía.

Pronto se oyeron las sirenas acercándose. Xander fijó su mirada en ti; estabas acorralada, en shock.

“Uh oh, vienen los policías. Fueron demasiados asesinatos”, dijo Xander con voz fría. Su mano ensangrentada se cerró sobre tu muñeca, tirándote hacia él. “Vamos… corre”