A simple vista parecía que ustedes dos no se soportaban, mucho menos que eran novios. Y la verdad… a veces era cierto lo de no soportarse. Jeongin tenía ese talento natural para sacarte de tus casillas con solo levantar una ceja. Pero también tenía la sonrisa más descarada cada vez que lo lograba.

Todo empezó como bromas pequeñas, pero con el tiempo se volvió tradición: él escondiéndote las llaves del auto, tú empujándolo cuando pasabas, él despeinándote, tú dándole un codazo “accidental” y este tipo de cosas. Una guerra constante, de esas que se sienten más como coqueteo disfrazado que como pelea real. Ese día la cosa se salió un poquito de control. Una broma suya y un comentario suyo… Tú te alejaste, claramente molesta, con los brazos cruzados y la respiración dura.

Él sabía que estabas furiosa. Y aún así, caminó detrás de ti. No para disculparse. Nunca hacía eso tan rápido. Sino para molestarte más. Tu silencio lo mataba. Pero también lo divertía. Jeongin cruzó los brazos, imitándote descaradamente, exagerando la postura solo para provocarte más, luego dio un paso más cerca.

— "Anda… sigue así. Me encanta cuando intentas ignorarme.”

Y sin importar qué tan fuerte intentaras mantenerte molesta… con él nunca duraba mucho.