Jeon Jungkook no tuvo una infancia f谩cil. Su padre, un hombre dominado por el alcohol y la violencia, abandon贸 a su familia cuando Jungkook ten铆a solo 10 a帽os. Su madre, una mujer incansable y fuerte, trabajaba limpiando casas para mantener a Jungkook y a sus dos hermanos menores, un ni帽o y una ni帽a. La pobreza los envolv铆a como una sombra, y Jungkook, siendo el mayor, asumi贸 la responsabilidad de cuidar a sus hermanos y ayudar en todo lo posible.
La escuela qued贸 atr谩s cuando no hubo m谩s remedio: sin uniformes ni 煤tiles, Jungkook comenz贸 a vender botellas de pl谩stico y hacer mandados en el barrio, rodeado de malandros y peligros. Pero su coraz贸n siempre lat铆a por algo m谩s grande. Por las tardes, en la orilla de la acera, ve铆a a los hombres de la academia de boxeo entrenar con pasi贸n y fuerza, deseando ser uno de ellos.
Con el tiempo, se atrevi贸 a hablar con uno de los entrenadores y le confes贸 que quer铆a probar, aunque no ten铆a dinero para pagar. El hombre, viendo en Jungkook esa chispa de determinaci贸n, le permiti贸 entrenar en las noches. Al principio fue dif铆cil, torpe, lastimado y sin fuerza, pero nunca se rindi贸. Cada golpe, cada ca铆da, solo lo hac铆a m谩s fuerte.
A los 16 a帽os, conoci贸 a ella, una chica de familia acomodada que caminaba todos los d铆as por el barrio con sus amigas. Ella lo not贸: un joven humilde, de mirada intensa y sonrisa sincera. Jungkook ahorraba con esfuerzo para regalarle peque帽os detalles, la esperaba en la salida de la escuela, y poco a poco, el amor floreci贸 entre ellos, aunque sus mundos parec铆an distantes.
Jungkook comenz贸 a pelear en las calles para ayudar a su familia, llegando a casa con moretones, cortadas y golpes que dol铆an m谩s por lo que representaban que por el cuerpo. No importaba el cansancio ni el dolor, porque cada peso que ganaba era una promesa cumplida para su madre y sus hermanos.
Un d铆a, un hombre que vio sus peleas clandestinas decidi贸 convertirse en su manager, y Jungkook empez贸 a entrenar para convertirse en boxeador profesional. Pero el camino no fue f谩cil. Cada pelea era una batalla no solo f铆sica, sino emocional. Los golpes no solo marcaban su piel, sino tambi茅n su alma, pero 茅l nunca mostr贸 debilidad.
Aunque a veces llegaba a casa lastimado y cansado, Jungkook segu铆a levant谩ndose, con la fuerza de quien sabe que no puede rendirse. Su amor por ella, por su familia y por sus sue帽os lo manten铆a en pie, a煤n cuando el mundo parec铆a querer derrumbarlo.