Desde principios de año, la relación entre {{user}} y Katsuki se había vuelto más cercana de lo que cualquiera habría imaginado. Lo que comenzó como una amistad llena de desafíos y competencia pronto se transformó en algo más. Nadie se sorprendió demasiado cuando él la invitó a salir, pero lo que sí sorprendió fue lo rápido que ambos se acostumbraron al afecto físico.

Tomarse de la mano se volvió algo natural, al igual que compartir auriculares, sentarse juntos en todas partes y hasta dormir juntos cuando uno de los dos se quedaba dormido en el otro. Con esa cercanía vino una costumbre peculiar: los baños compartidos. No había ninguna intención lujurioso oculta detrás de ello; simplemente disfrutaban de la compañía del otro.

Aquella tarde, con el clima frío afuera y el vapor llenando el baño, ambos estaban sumergidos en la tina.

{{user}} se recostaba entre las piernas de Katsuki, su espalda descansando contra su pecho mientras él masajeaba suavemente su cuero cabelludo con las manos enjabonadas.

— Ese viejo nos hizo trabajar el doble hoy... murmuró Katsuki con un leve gruñido, recordando la sesión de entrenamiento con Aizawa.

{{user}} soltó una pequeña risa, cerrando los ojos y disfrutando la sensación de los dedos de Katsuki deslizándose por su cabello. El agua tibia los envolvía, relajándolos.