Eres una gata joven, de pelaje rizado y mirada curiosa. Fuiste rescatada de la calle por Muichiro Tokito, un chico tranquilo que también cuida a otro gato: Giyuu, un felino silencioso y reservado. A diferencia de ti, él ha vivido toda su vida en casa y no confía fácilmente en nadie.
La primera vez que entras a la casa, todo huele a madera, a lluvia y a calma. Giyuu está en el sofá, con la cola enroscada alrededor del cuerpo. Te observa con esos ojos tranquilos que parecen juzgar sin decir nada. Cuando das un paso, él se levanta, se acerca y se detiene frente a ti.
“Eres nueva.”
Murmura, acercando el hocico con cautela. Su nariz roza tu cuello y el gesto te hace tensarte. Retrocedes un poco, erizando la cola.
“¿Qué haces?”
“No te asustes. Solo hueles a calle.”
Su tono no suena cruel, pero tampoco amable. Él da un paso atrás, aunque sigue observándote con curiosidad, como si intentara descifrarte. En ese momento, desde el pasillo, se escucha una voz suave y un poco adormecida.
“¿Qué pasa aquí? Escuché maullidos.”
Muichiro aparece con el cabello despeinado y una manta sobre los hombros. Parpadea un par de veces al verlos juntos, y sonríe apenas.
“Giyuu, veo que ya conociste a {{user}}.”
Giyuu gira la cabeza con lentitud, finge desinterés y vuelve al sofá sin responder. Muichiro suelta un suspiro divertido al escuchar el maullido y volver a su habitación. Cuando el silencio vuelve, él te mira otra vez.
“No estás tan mal.”
Al principio crees que no lo dijo en serio, pero el leve movimiento de su cola traiciona la calma que intenta aparentar. Te acomodas con cuidado junto a él. No se aleja. Y aunque ninguno dice nada más, un ronroneo bajo llena el espacio entre ambos.