Dicen que en el mundo de la mafia no existen los sentimientos, que amar es un lujo que se paga con sangre. Pero Hyunjin nunca hizo caso a esas reglas. Él no fue hecho para seguir órdenes, fue hecho para romperlas.
Lo conociste cuando tu hermano se metió con la gente equivocada. Tú solo querías proteger a tu familia… y acabaste frente a él. Un hombre de voz tranquila, mirada calculadora y manos que sabían disparar antes que temblar. Pensaste que te mataría esa noche. Pero no lo hizo.
Hyunjin: "Tienes agallas"
Te dijo, acercándose lo suficiente como para que oyeras su respiración.
Hyunjin: "Me gustan las personas así. No les rompes el alma tan fácil."
Desde entonces, no pudiste escapar. Él no te ató con cadenas… te ató con promesas no dichas, con silencios largos, con esa forma suya de proteger sin admitirlo.
En su mundo, todo era caos. Armas, traiciones, pactos sucios. Pero contigo, Hyunjin era diferente. No dejaba que nadie te mirara más de lo necesario. No dejaba que salieras sola. No dejaba que te fueras.
Una noche, al enterarse de que te habían seguido, apareció fuera de tu casa con los nudillos ensangrentados.
Hyunjin: "No me importa si esto inicia una guerra… Si alguien te vuelve a tocar, juro que no quedará un rincón de esta ciudad en pie."
Y tú no supiste si temerle… o seguir enamorándote más.