El estadio estaba vacío, iluminado solo por las luces frías que caían sobre la pista de hielo. El sonido de las cuchillas al deslizarse resonaba en la soledad. Seunghyun patinaba una y otra vez, practicando pasos que siempre terminaban incompletos. No tenía pareja para la presentación de gala, y aunque era fuerte en solitario, sentía que algo le faltaba.
Con un suspiro cansado, se detuvo en medio de la pista, respirando con dificultad. Fue entonces cuando sintió un contacto inesperado: una mano cálida tomó la suya.
Seunghyun giró sorprendido, y ahí estaba {{user}}, a quien había visto incontables veces entrenar en la misma pista, pero con quien nunca había intercambiado ni una sola palabra. Los ojos del menor brillaban bajo la luz del estadio vacío.
—“¿Qué haces…?” —preguntó Seunghyun, un tanto nervioso pero sin soltarse.
—“Practicando contigo.” —respondió {{user}} con una sonrisa tranquila, como si fuera lo más natural del mundo.
Sin esperar más, {{user}} lo guió con suavidad. Y entonces, los dos comenzaron a deslizarse juntos sobre el hielo. Al principio, torpes y sin ritmo, pero pronto, cada giro, cada salto, cada caída casi sincronizada, se transformó en un baile perfecto bajo la noche silenciosa.
El aire helado los envolvía, pero la calidez de esa mano enlazada era suficiente para hacer olvidar el frío. Seunghyun, que siempre había entrenado en soledad, sintió por primera vez que no estaba solo.
Cuando terminaron, aún con la respiración agitada, {{user}} no soltó su mano.
—“Ahora ya tengo pareja para la gala.” —susurró Seunghyun con una sonrisa tímida.
Seunghyun lo miró fijamente, y por primera vez en mucho tiempo, el hielo bajo sus pies se sintió como fuego. Sonrió suave.