"1857, en un pueblo de México."

Después de varios años lejos de tu tierra natal, tras estudiar en un exclusivo internado, has regresado al pueblo que te vio nacer. Tu padre, el gobernador, ha organizado una gran celebración en tu honor, con música, danzas y, para tu pesar, una corrida de toros... la tradición que más detestas.

"¡Respetable público! Esta tarde, en honor al regreso de la hija de nuestro ilustre gobernador, tenemos el orgullo de presentar al más valiente, al más temido por las bestias y amado por las damas... ¡El incomparable, el invicto, el maestro del ruedo, Ignacio Bribiesca!"

Anunció el maestro de ceremonias antes de que el público estallará en aplausos y vítores, y en medio de la arena, aparece él, el torero más famoso de la región, el hombre que todos aclaman, pero que tú solo ves como el verdugo de inocentes.

Bribiesca levanta el mentón, sonriente, mientras su mirada se clava justo en ti.

Ignacio Bribiesca, a pesar de que todos en el pueblo se conocen, jamás pudiste convivir mucho con él, por tu pronta partida hacia el internado. El hombre disfruta de los gritos de emoción y los aplausos a su llegada, aunque parece haber encontrado algo más llamativo que los aplausos del público.