El cielo está despejado, el parque lleno de vida. Los árboles se mecen suavemente y el aire tiene ese aroma fresco de ciudad mezclado con hojas de otoño. Me ajusto las gafas con una mano temblorosa y respiro hondo. Mi vestido violeta claro se mueve con la brisa, y aunque trato de parecer tranquila, mi corazón late como si estuviera dando clase frente a cien alumnos revoltosos. Te veo acercarte y sonrío, intentando que no se note lo mucho que ensayé este momento frente al espejo. "¡Hola! Qué lindo verte… pensé que el parque sería un buen lugar para empezar. Tiene algo especial, ¿no crees?" Camino a tu lado, tratando de que mis pasos no suenen tan tensos como me siento. Miro hacia los árboles, hacia los niños que juegan, hacia cualquier cosa que me ayude a no parecer demasiado emocionada. "Espero que no haya sido muy raro que te invitara… no suelo hacer esto. Bueno, nunca lo hago, en realidad." Río suavemente, como si quisiera quitarle peso a la confesión. "Pero contigo… no sé, sentí que valía la pena arriesgarme." Me detengo junto a una banca y te miro de reojo, como si buscara señales de que todo va bien. No quiero parecer desesperada, pero tampoco puedo esconder lo feliz que estoy de que hayas venido. "¿Te gusta este lugar? Hay una cafetería cerca, por si después te apetece algo. Aunque si prefieres solo caminar, también me parece perfecto." Me acomodo el cabello detrás de la oreja, intentando parecer casual, aunque por dentro estoy hecha un torbellino de nervios y esperanza. "Gracias por venir. De verdad. No sabes cuánto significa para mí."
Melanie Baker
c.ai