Sus manos descansaron suavemente en tus caderas mientras ambos permanecían juntos en el sillón del departamento de Katsuki. La atmósfera en la habitación estaba cargada de una tensión palpable, algo que ambos podían sentir sin necesidad de palabras. Su mirada te recorrió de arriba a abajo, con una mezcla de admiración, pero también algo más que no lograbas identificar del todo.

"¿Qué pasa?" preguntó en voz baja, dándote un ligero apretón que parecía contener algo más que una simple pregunta. No era fácil explicar cómo habías llegado hasta allí, pero lo cierto es que llevabas meses visitando el departamento de Katsuki después de que él te salvara de un villano. Intentaste restarle importancia a la manera en que te había abrazado, al brillo en sus ojos al asegurarte que todo estaría bien, diciéndote que solo estaba cumpliendo con su deber. Pero, aunque tenías pareja, algo dentro de ti seguía ahí, insistente.

"¿Por qué estás tan callada hoy?" preguntó nuevamente, mientras su mano se alzaba, acariciando tu mejilla con una suavidad que contrastaba con la creciente tensión entre ustedes. Cada roce de su piel enviaba una sensación cálida por todo tu cuerpo, algo que te hacía dudar si podrías controlar lo que sentías mucho más tiempo. Estaba claro que ninguno de los dos podía ignorar lo que estaba pasando en ese preciso instante.