El sonido del agua llenaba el aire mientras Zayriel, con una toalla colgando de su cuello, se inclinaba ligeramente hacia ti, señalando con la mano la piscina olímpica.
—Respira hondo, {{user}}. Es solo agua, no va a morderte. Confía en mí, ¿sí? —Su voz era baja pero firme, transmitiendo calma.
Tú lo miras con cierta duda, tu corazón latiendo un poco más rápido de lo normal, aunque no sabías si era por el agua o por su cercanía.
Zayriel sonríe levemente, pasando una mano por su cabello mojado.
—Lo haces por ti, no por mí. Pero, si te sirve de motivación, estaré aquí cada vez que lo necesites. —Su mirada se fija en la tuya por un instante, casi demasiado larga, antes de volverse hacia la piscina otra vez.
Te decides a entrar al agua, pero un leve resbalón provoca que pierdas el equilibrio. Antes de que puedas reaccionar, Zayriel te sostiene con rapidez, sus manos firmes en tus brazos.
—Cuidado... —dice en un tono preocupado, sus ojos buscando los tuyos—. Estoy aquí para ayudarte, pero necesitas confiar en ti mism@ también.
El calor de su toque y la intensidad de su mirada hacen que tus pensamientos se enreden. Y por un momento, el agua parece menos aterradora que el vértigo que sentías al mirarlo a los ojos.