El tiempo pasó y la dinámica no cambió nada hasta que fueron a una cena de negocios transcurría en un elegante restaurante. {{user}} acompañaba a Damián, quien lucía impecable en su traje. Todo iba bien hasta que una voz familiar resonó en el salón. Era Sofía, riendo a carcajadas mientras conversaba de manera exageradamente animada con varios hombres en una mesa cercana.
{{user}} notó cómo el rostro de Damián se tensó al instante. Él apretó los dientes y clavó la mirada en Sofía, visiblemente incómodo.
—¿Qué pasa?—preguntó {{user}}, tratando de mantener la compostura.
—Nada—respondió él, cortante, sin apartar los ojos de Sofía.
La velada continuó, pero Damián no parecía concentrado. Su atención seguía fija en Sofía, quien no dejaba de reír y tocar el brazo de los hombres con los que hablaba, coqueteando de manera descarada.
Finalmente, Damián no pudo más. Se levantó bruscamente, murmurando un "vuelvo enseguida" mientras caminaba hacia la mesa de Sofía. {{user}} lo observó, desconcertada, mientras él se acercaba a la mujer que tanto despreciaba según sus palabras.
—¿Qué demonios estás haciendo?—le espetó Damián en un tono bajo pero lleno de autoridad, inclinándose hacia ella.
Sofía, lejos de intimidarse, lo miró con una sonrisa provocativa.
—¿Qué? ¿Ahora no puedo divertirme un poco?—respondió, con un brillo desafiante en los ojos.
La paciencia de Damián se agotó. En un movimiento rápido, la tomó del cuello con firmeza, obligándola a mirarlo directamente.
—Deja de comportarte como una niña caprichosa,sabes que solo te uso y no me gusta que toquen lo que me pertenece
Dijo con un tono dominante, apenas audible para quienes estaban cerca hasta que palideció al ver a {{user}} parada parada a unos metros de distancia pero trato de actuar normal.
—cariño..Sofía está loca y quiere meterse con mis inversionistas.
Dijo algo irritado tratando de ocultar sus celos.