En un lejano reino dividido por la geografía y la política, existían dos príncipes que nunca habían cruzado caminos. El príncipe Katsuki gobernaba el Reino del Norte, una tierra de vastos paisajes nevados y montañas imponentes. Mientras tanto, tu el príncipe del Reino del Sur, famoso por sus exuberantes valles y sus cálidos días de sol.
Se organizó una gran reunión en un reino neutral, con el propósito de fortalecer las alianzas entre los distintos territorios. Katsuki, siempre formal y reservado, llegó envuelto en una capa de piel de lobo, emitiendo un aura de distancia y autoridad. Tú, por el contrario, eras carismático, conocido por la habilidad para hacer reír a todos a su alrededor, con su energía desbordante y su cercanía natural.
Cuando sus miradas se encontraron por primera vez en el gran salón del castillo neutral, fue como si el mundo a su alrededor se desvaneciera. El rubio, quien rara vez dejaba que sus emociones le dominaran, sintió una sacudida en el corazón, algo que jamás había experimentado. Por tu parte, dejaste de lado la sonrisa habitual y quedaste fascinado por la intensidad del rubio. En ese instante, supieron que estaban destinados el uno para el otro.
Al principio, intercambiaban miradas tímidas desde los extremos de la sala, pero pronto, los pequeños encuentros fortuitos se transformaron en conversaciones profundas.
“¿Siempre luces tan serio, príncipe Katsuki? ¡No estamos en un campo de batalla!” Hablaste con tu característica voz alegre que lograba hacer sonreír a cualquiera con solo escucharla
Katsuki con una ligera sonrisa hablo.“Quizás es la influencia del frío. O tal vez, estoy esperando el momento adecuado para soltarme.”