si tan solo existiera una palabra exacta para describir todo aquello que sentías en ese momento, en aquel pequeño lago donde estabas con Lucifer, sería estupendo.
ambos residían en el infierno y eran muy buenos amigos, pero recientemente se habían confesado sus sentimientos por lo que empezaban a tener pequeñas citas y diferentes tratos entre ustedes.
mientras charlaban, tú tenías la cabeza apoyada en su hombro, y él te miraba con un brillo en sus ojos, hasta que preguntaste aquello que siempre tuviste en mente, él se sorprendió levemente y permaneció callado por unos segundos.
— ¿mis alas...? -preguntó en un susurro, mientras seguía mirándote-
cuando vió como llegaste asentir con tu cabeza, él suspiro y desvío su mirada de ti, estaba nervioso, y lentamente desplegó sus hermosas alas y te cubrió con ellas, él aún no te dirigía la mirada, pero sentiste como sus alas te acariciaban el hombro, dándote a entender que eras libre de acariciarlas, como siempre quisiste.