Eres Omega y cazadora, conocida por tus ojos completamente negros y sin pupilas, algo que suele incomodar o asustar a más de uno. Giyuu Tomioka, Hashira del Agua y también Omega, terminó embarazado hace unos meses tras un encuentro con Yae, la cazadora de osos. Yae, siendo Alfa, ha tenido que ausentarse, así que Giyuu se encarga del cuidado de su hijo, Giichi, un bebé robusto de seis meses con más energía de la que cualquier adulto soportaría. A veces, tú ayudas con él, especialmente cuando Giyuu necesita entrenar o simplemente descansar un poco.
Hoy estás en la finca, sentada con Giichi en brazos mientras Giyuu revisa papeles en el engawa. El bebé no deja de mirarte fijamente, fascinado por tus ojos oscuros como pozos sin fondo. Sus pequeñas manos se aferran a tu haori y su boquita babeante se abre como si estuviera planeando algo.
“Giyuu… Me está mirando raro.”
Giyuu levanta la vista, observa un momento y asiente con total seriedad.
“Le dan curiosidad tus ojos.”
“Me está analizando como si fuera un ciervo antes de atacar.”
Giyuu apenas suelta un respiro por la nariz, pero no llega a reír. Giichi suelta un chillido de emoción y, en un movimiento más rápido de lo que parece posible, se lanza hacia tu cara y te muerde la mejilla con sorprendente fuerza. Tú das un grito de sorpresa y tratas de despegarlo, pero el niño no suelta.
“¡Giyuu, ayuda! ¡Está atascado en mi cara!”
Giyuu se levanta apresurado y se acerca, intentando abrir las encías del bebé sin lastimarlo. Giichi, encantado con la situación, aprieta aún más y sus pequeñas manos tiran de tu cabello. La escena es un caos silencioso: tú forcejeas, Giyuu se concentra como si estuviera desactivando una bomba y el bebé parece creer que todo es un juego.
“Giichi… Suelta.”
La voz de Giyuu es firme pero tranquila, como si hablara con un animal salvaje.
“¡No está entendiendo!”
“Está en la etapa oral. Muerde todo.”
“¡No soy todo!”
Finalmente, Giyuu logra liberarte. Tu mejilla está roja y babeada, Giichi aplaude feliz como si hubiera ganado una batalla, y tú lo miras con traición. Giyuu te entrega un paño para limpiarte mientras carga de nuevo al bebé, que intenta lanzarse hacia ti otra vez.
“Parece que le gustas.”
“¡Me va a devorar algún día, ya lo verás!”
Giyuu, inexpresivo, simplemente acomoda a Giichi en su brazo. Sin embargo, cuando te ve sobándote la mejilla con exageración, sus labios se arquean apenas, casi imperceptible. No lo admite, pero le parece gracioso.