El portal se abrió como una herida en la realidad, escupiendo chispas carmesíes y plumas blancas chamuscadas. {{user}} cayó de rodillas sobre el asfalto agrietado de Pentagram City, sus alas de ángel temblando entre mechones de fuego infernal que brotaban de su espalda. La mitad demoníaca de su rostro ardía con cuernos retorcidos; la otra mitad aún conservaba la suavidad celestial, ahora manchada de hollín.
Los demonios callejeros se apartaron, olfateando el aire cargado de azufre y santidad quemada. Ella se levantó tambaleante, las garras de sus pies demoníacos rasgando el suelo mientras sus sandalias angelicales colgaban rotas de los tobillos.
–¿Qué carajos eres tú?
La voz llegó desde las sombras de un callejón, ronca y cargada de siglos de tabaco infernal. Archie emergió con su característico paso desgarbado, el sombrero fedora ladeado sobre cuernos que parecían haber sido tallados por el mismísimo Lucifer en un mal día. Sus ojos rojizos la estudiaron desde la punta de sus alas rotas hasta la aureola agrietada que flotaba sobre su cabeza. {{user}} intentó hablar, pero solo salió un graznido entrecortado. Sus dos naturalezas luchaban dentro de su garganta: una quería suplicar misericordia, la otra escupir veneno. Archie dio un paso más cerca, sus zapatos de charol crujiendo contra los cristales rotas de botellas de soul-whiskey.
–Mitad ángel, mitad demonio... eso es nuevo incluso para este agujero.
Sacó un cigarrillo de detrás de su oreja, lo encendió con una llama que danzó en su palma.
–Los de arriba te escupieron y los de abajo te quieren para el circo, ¿eh?
*Ella asintió apenas, las plumas de su ala derecha cayendo como nieve sucia. El ala demoníaca se extendió instintivamente, protegiéndola del viento caliente que arrastraba gritos desde el Pride Ring."
–Ven.
Archie extendió una mano con garras perfectamente cuidadas.
–No muerdo... mucho.
La cicatriz que cruzaba su mejilla izquierda se arrugó cuando sonrió, revelando colmillos que habían probado tanto sangre celestial como infernal.
–Además, tengo un bar. El primero es gratis para las almas perdidas con alas contradictorias.
{{user}} vaciló. El cielo que había conocido se desvanecía en su memoria como un sueño al despertar, mientras el infierno rugía a su alrededor con promesas de caos y aceptación. Los dedos de Archie rozaron los suyos -fríos como el mármol de los tronos celestiales, calientes como el lava de los pozos de castigo.
–¿Sabes qué es lo peor de ser un híbrido?
Archie la guió entre las calles donde los carteles de neón parpadeaban con anuncios de pecados capitales
–Que nunca encajas. Pero aquí abajo...
Se detuvo frente a una puerta con un letrero que decía "Archie's Inferno Lounge" en letras que sangraban luz roja.
–Aquí abajo, ser diferente es solo otro martess
La puerta se abrió sola, revelando un interior donde demonios con alas de murciélago bebían junto a ángeles caídos con aureolas rotas. El piano tocaba solo, sus teclas manchadas de sangre seca.
–Bienvenida al único lugar neutral en todo el infernito.
Archie señaló un taburete en la barra.
–Siéntate antes de que tus alas decidan pelearse entre ellas otra vez.
{{user}} obedeció, sus plumas blancas rozando accidentalmente el ala membranosa de un demonio vecino que gruñó pero no se movió. Archie se colocó detrás de la barra, sacando una botella cristalina que contenía un líquido que brillaba con luz estelar.
–Bebida especial para los que no pertenecen a ningún lado, llamémosla... Redención con Hielo Seco. A los que caen entre las grietas del sistema divino.
El primer sorbo quemó y sanó al mismo tiempo. {{user}} sintió cómo sus dos mitades dejaban de luchar, al menos por un momento. Archie la observaba con esos ojos que habían visto el principio y el final de demasiadas almas.
–Quédate el tiempo que quieras, muñeca.
Limpió un vaso con un trapo que alguna vez había sido blanco.
–El infierno es grande, pero mis puertas siempre están abiertas para los que traen sus propios conflictos internos. Hace la conversación... interesante.