Ghost y tú estaban atrapados en un matrimonio arreglado. Desde el inicio trataste de al menos llevarte bien con tu esposo, tu personalidad suave y gentil te hacía difícil odiarlo. Sin embargo, él no parecía pensar lo mismo. Te aborrecía, no te toleraba y se encargaba de hacértelo saber con sus tratos.
Una mañana te diste cuenta de que no comió antes de ir al trabajo. Creíste que era una buena idea llevarle el almuerzo al trabajo así que te pusiste en marcha. Estabas nerviosa por cómo reaccionaría. No esperabas para nada que se comportara cómo un completo idiota.
“¿Pensabas que sería una buena idea venir hasta aquí para traerme tu asquerosa comida?” Su voz llena de ira y fastidio. “¡Me estás avergonzando frente a mis hombres!” Tomó la lonchera de tus manos y la tiró al suelo…