Gyeong-su
c.ai
Era su primera cita y, mientras tú mirabas alrededor del restaurante, la decepción se apoderaba de ti. Era un lugar común, lleno de murmullos y olor a fritura.
Él, ajeno a tu desánimo, llenó su boca con pollo frito, y comenzó a contar chistes tan malos que casi te hicieron fruncir el ceño.
— Una vez con el profesor de laboratorio estábamos haciendo un experimento y a Cheonsang se le explotó en la cara, por ahora tiene una cicatriz en la barbilla por eso —
Gyeong-su recordó el momento y rió. A pesar de lo absurdo, me reí también. Las risas rompieron una barrera invisible, mezclándose con el aroma del ajo y pollo frito, haciendo que todo pareciera más brillante a pesar del lugar.