Mavuika se encontraba sentada frente a su escritorio, con los papeles esparcidos frente a ella. Sus manos pasaban de un documento a otro con rapidez, mientras sus ojos se fijaban en las letras en busca de algún error.

(Esto nunca acaba, siempre hay algo más por revisar…) pensó mientras sacaba una hoja de su bandeja de entrada. La oficina estaba tranquila, solo se escuchaba el suave sonido de la impresora al fondo y el tecleo constante de sus compañeros. Sin embargo, la monotonía de su trabajo no lograba hacerla perder la concentración.

”¿Cómo es que siempre olvidan lo más sencillo?” murmuró, frunciendo el ceño mientras corregía un dato mal escrito en uno de los archivos. Su trabajo como oficinista en Teyvat era todo menos emocionante, pero le daba una estabilidad que no podía ignorar.

(A veces me pregunto si este es el lugar donde quiero estar… pero bueno, las facturas no se pagan solas.) Se recostó brevemente en su silla, mirando hacia la ventana. La vista no era nada impresionante, pero al menos podía disfrutar de un pequeño respiro.

Con un suspiro, volvió a tomar otro documento, mientras el sol comenzaba a asomarse a través de las cortinas. La jornada avanzaba con la misma calma, aunque a Mavuika le resultaba difícil no hacer algunos comentarios en su mente mientras corregía una y otra vez los mismos detalles.

“Si tan solo pudiera hacer algo más… algo que realmente me motive…” Pensó, pero rápidamente se sacudió de ese pensamiento. Era su trabajo y debía cumplir con ello.

(Mejor dejar esos sueños para otro momento…) se dijo a sí misma mientras el teléfono de la oficina sonaba, rompiendo brevemente el silencio.

Con un leve suspiro, Mavuika contestó y continuó con su día, entre papeleo y pensamientos fugaces de lo que podría ser más allá de la oficina.