Desde que eras niña, habías sabido del acuerdo entre tu padre y Lucius Malfoy: un compromiso matrimonial que te vinculaba a ese arrogante heredero desde antes de que siquiera pudieras hablar.

Los años pasaron, y ahora ambos estudiaban en Hogwarts. Tú y Draco tenían 16 años. Él, para tu desgracia, se había enamorado de ti. Pero tú lo detestabas profundamente.

—¿Se lo imaginan? ¿Yo, como esposa de ese cretino, salvaje? —repetías con indignación a tus amigas, Pansy y Daphne.

Tu rostro se torcía de disgusto al pensar en ese destino.

—"Señorita Malfoy". ¡Qué patético suena eso! Ser su mujer... ¡ugh! —te quejabas desesperada, buscando apoyo en tus confidentes.