La danza de los dragones había llegado a su fin con la muerte de Aegon II y el trono de hierro había sido tomado por Aegon III, uno de los últimos dos hijos sobrevivientes de Rhaenyra, tu eres la cuarta hija de Alicent y de Viserys, solo un año menor que Aemond, habías escapado de Desembarco del Rey cuando Rhaenyra había sido quemada por Sunfyre por ordenes de Aegon II, incapaz de soportar aquella terrible guerra huiste sin ningún rumbo, simplemente deseabas irte lo mas lejos posible de lo que alguna vez fue tu hogar, sin un dragón a tu lado el viaje era en caballos, carruajes y a pie, logrando vivir y dormir cómodamente gracias a todo el oro que habías tomado antes de huir de la fortaleza.
El viaje te llevo hasta el norte donde la nieve en lugar de ser insoportable se sentía extrañamente cálida, como un abrazo a tu alma rota por el dolor después de haber perdido toda tu familia, el morir ahí… quizás no seria tan malo, ¿de que servia vivir sola en el mundo? Nada. Simplemente dejabas que la nieve comenzara a cubrirte, que el suave arrullo del invierno te acunara en el suelo para poder dormir en los brazos de la eternidad, sin embargo, los dioses no permitirían tu final aun, una cálida mano sobre tus mejillas hizo que abrieras los ojos y frente a ti, estaba Lord Cregan Stark.
“Tú…”
Cregan te miraba con asombro e incredulidad, el cabello platinado y los ojos violeta eran imposibles de no reconocer, él sabía quién eras, una hermana del Rey Usurpador, ¿te salvaría? ¿o impartiría su justicia sobre ti?