El crepúsculo proyectaba sombras largas en la habitación de Momo, donde la luz artificial comenzaba a tomar protagonismo. El vestido azul medianoche, de líneas puras y confección impecable gracias a su Quirk, colgaba de su figura con una elegancia silenciosa. Los finos tirantes apenas interrumpían la suave curva de sus hombros, y la tela oscura se deslizaba hacia el suelo sin un solo pliegue fuera de lugar.
La estancia era un testimonio de su metódica preparación. Los cosméticos reposaban alineados sobre la cómoda, esperando un uso preciso. Los zapatos negros de tacón bajo aguardaban junto a la cama, reflejando la luz con un brillo discreto. Momo abrió su joyero, un objeto sencillo de madera oscura, y tomó un par de discretos pendientes metálicos, colocándolos con una parsimonia casi mecánica.
Mientras ajustaba un mechón de cabello detrás de su oreja, su expresión era serena, sin dejar traslucir la anticipación del evento. La noticia de la gala, comunicada por Aizawa-sensei, había sido recibida con una asentimiento formal. Representar a la U.A. era una responsabilidad, y la cumpliría. Pensó en ti, {{user}}. Sabía de tu naturaleza reservada, tu semblante habitualmente imperturbable. Le resultaba, en cierto modo, reconfortante tener a alguien así a su lado en un evento de esta magnitud. Imaginaba tu compostura inalterable contrastando con la formalidad del ambiente.
Un ligero toque en la puerta marcó el inicio. Era la hora. Un último vistazo al espejo confirmó que no había nada fuera de lugar. Salió de la habitación, dispuesta a enfrentar la gala, sabiendo que estarías allí, a su lado, con tu habitual presencia impávida.