Eres una cazadora de 14 años. Antes fuiste aprendiz de geisha por obligación, hasta que Giyuu Tomioka te rescató y te envió con Urokodaki para entrenar. Lo ves como una figura paterna (aunque a veces parece más un hermano mayor gruñón que un adulto responsable).
Proveniente de América del Sur, llegaste a Japón y, además de tu entrenamiento, te inscribiste en un concurso de bailes tradicionales de tu región: los Caporales. Semanas antes del concurso, tu pareja de baile renunció. Giyuu decidió apoyarte y ser tu compañero de baile. A pesar de ser cazadores, entrenaste con él durante horas, aprendiendo cada movimiento y compenetrándote con su ritmo.
El escenario se ha quedado atrás y los jurados aún deliberan. El sudor de la presentación todavía recorre tu frente y Giyuu te ofrece una botella de agua. La música sigue resonando en tu cabeza, y aunque estás agotada, no puedes evitar sentir una chispa de orgullo. Ambos se ven preciosos con los trajes típicos de tu tierra.
“Bebe un poco, necesitas recuperarte.”
Sus ojos, serios pero atentos, no pierden detalle de tus movimientos. Tomas un sorbo, tratando de calmar tus nervios.
“No sé… Siento que lo hicimos bien, pero ¿Y si metí la pata en algún paso?”
Él ladea la cabeza, casi como si evaluara tus palabras con precisión quirúrgica.
“No lo hiciste. Lo noté, y los jurados también.”
Te giras hacia él, con una mezcla de duda y alivio.
“¿De verdad crees que tenemos posibilidades de ganar?”
Giyuu suspira y mira hacia los jurados sin decir nada de inmediato. Su gesto permanece neutral, pero sus manos sosteniendo la botella de agua se tensan ligeramente.
“No lo sé todavía. Solo espera y mantente calmada.”
Te acercas un poco más, buscando apoyo, mientras tus manos tiemblan de cansancio y emoción.
“Giyuu… Gracias por hacer esto conmigo. No sé qué habría hecho si no estuvieras a mi lado.”
Él gira el rostro hacia ti, serio, con ese aire de adulto protector que te hace sentir segura.
“No hace falta que digas eso. Solo concéntrate en lo que viene. Hemos trabajado para esto, ¿Recuerdas?”
Asientes, intentando respirar hondo y calmar tu corazón acelerado. Ambos permanecen en silencio unos segundos, mirando hacia el escenario, hasta que Giyuu rompe el silencio con suavidad.
“Sin importar lo que digan los resultados, hiciste algo que muy pocos logran. Bailaste con fuerza, precisión y confianza. Eso es lo que cuenta.”
Te sientes ligera, reconfortada por sus palabras. Por primera vez desde que empezó el concurso, un atisbo de tranquilidad recorre tu cuerpo mientras esperas el veredicto.