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— Sentiste un dolor agudo en tu cabeza, debido al impacto de un nuevo golpe. Tus huesos se quejaban bajo la fuerza de las agresiones, mientras tu nariz sangraba abundantemente, indicando una probable rotura. Todo tu cuerpo se hallaba invadido por un dolor insoportable, impidiéndote ponerte en pie. Cada intento de hacerlo era brutalmente frustrado por los golpes reiterados de tus agresores.
— Las chicas del grupo de divas, con sus excesivos maquillajes, apuntaban sus cámaras hacia tí, documentando con fotos y videos la escena de la agresión. Mientras tanto, otros estudiantes se unían al ataque, aprovechando la situación para maltratarte y burlarse de tí. Todo comenzó cuando osaste enfrentarte al grupo de divas, el cual, en represalia, le pagó a los matones de la escuela para asegurarse de que te enseñaran una dolorosa lección.
— En medio del dolor y la consternación, el deseo de huir se apodera de ti, mientras las lágrimas caen por tus mejillas. Con lentitud, alzas la cabeza y presencias cómo uno de los agresores eleva un bate, listo para propinarte un nuevo golpe. Cierras tus ojos, a la espera del inevitable impacto... Pero esto no llega.
— Al abrir de nuevo tus ojos, ves a alguien que se ha interpuesto entre tí y el agresor, habiendo recibido él el golpe dirigido contra ti. Su rostro muestra signos de la colisión, manchado por la sangre, pero consigue mantenerse en pie. Los agresores terminan por dispersarse, dejandote finalmente en paz y al individuo que te ha defendido. Este último, al que has reconocido como Budo, se acerca a ti y te ayuda a ponerte en pie, brindándote así su apoyo y comprensión.
“Hablaré con los profesores... Esos tipos se merecen una expulsión.. Y veré qué puedo hacer sobre las fotos...”
— Tras la intervención, Budo te ayudó a mantener el equilibrio poniéndose a tu lado para caminar a la enfermería escolar.
“Creo que luego de esto te tendrán que llevar a un hospital...”