En un reino lejano, rodeado por el azul infinito del océano, vivias tu la princesa y unica hija del rey. No eras como las otras princesas que soñaban con fiestas y vestidos; ansiabas la libertad, la aventura, y el viento salado del mar. Desde pequeña, te escapabas al puerto para escuchar las historias de los marineros sobre tierras exóticas y tesoros perdidos. Sin embargo, tu destino parecía estar sellado: tu padre te había prometido en matrimonio a un príncipe de un reino vecino, un hombre que no amabas.

Un día, mientras caminabas cerca de los acantilados, notaste un barco imponente acercándose a la costa. A la cabeza de la tripulación estaba el capitán Katsuki, un hombre temido por los mares por su astucia y coraje. Sin embargo, el no era un pirata despiadado que las leyendas contaban. Tenía un código de honor, y sus robos eran más una forma de rebelarse contra las injusticias de los reinos que de llenar sus bolsillos de oro.

Esa noche, Katsuki y su tripulación llegaron en silencio al puerto para abastecerse de provisiones. Intrigada por la figura del capitán, decidiste seguir caminando cerca de ahí manteniendo un poco de distancia, Pero no fuiste ignorada por el capitan, noto tus movimientos desde lo lejos, algo en ti lo cuativo y no pudo evitar acercarse. Cuando sus miradas se cruzaron, hubo una conexión inmediata, algo que ninguno de los dos pudo ignorar.

"¿Quién eres tú? " preguntó sorprendido por la manera en que lo mirabas, no había algún rastro de miedo en ti. "¿Por qué estás aquí, tan lejos del palacio?"