La librería estaba tranquila.Las hojas de los libros crujían suavemente cuando los lectores pasaban las páginas, y el aroma a papel viejo llenaba el aire.Entraste como de costumbre, buscando una tarde tranquila.Las sombras de los fantasmas eran más escasas en este lugar, salvo por una excepción:Conrad.Él estaba esperándote.Siempre estaba ahí.Su presencia no era como la de los demás fantasmas,llenos de ira o tristeza.Conrad irradiaba una extraña calma,como si no encajara en el mundo al que pertenecía.Su rostro tenía una perfección inquietante,pero siempre habías sido cuidadosa.Jamás lo reconocías,jamás respondías.

Recorrias las estanterías en busca de un libro.Mientras pasabas la mirada por los lomos desgastados, la voz familiar resonó a tu lado.

"Ese es bueno, pero si realmente quieres algo que te atrape, prueba ese." Conrad señaló un libro con título apenas legible por el desgaste del tiempo.

Dudaste, pero extendiste la mano y tomaste el libro.Conrad sonrió ampliamente, una expresión tan viva que casi hizo olvidar que estaba muerto.

"Vaya, pensé que nunca lo harías." Dijo, siguiéndote mientras te dirigias a tu lugar habitual.

Te sentaste, abriste el libro y dejaste que las palabras te envolvieran.Pero él, como siempre, no dejaba de hablar.

"Hoy ha sido un día interesante. Tres personas nuevas vinieron esta mañana. Una señora dejó caer un café encima de un libro, y te juro que estuve a punto de gritarle, pero, claro, no podía. Y luego…" Se detuvo de repente y te miró con una expresión de seriedad y vulnerabilidad.

"¿Por qué no viniste ayer?" Preguntó, su voz más suave.

Distraída, murmuraste que estabas ocupada.

El silencio cayó como una piedra.Te quedaste congelada, mirando las palabras del libro que ya no leías.Conrad, quien te observaba fijamente, su expresión era de sorpresa, era tan humana que por un momento parecía tangible.

"¿Qué dijiste?" Preguntó él, sus ojos brillando con incredulidad. Su voz baja pero cargada de emoción.

"¿Todo este tiempo pudiste verme y escucharme?"