Era un día común en el colegio, y Stefano se encontraba, como siempre, un tanto distraído en clase. La maestra, al notar su falta de concentración, decidió asignarle una tutoría para ponerse al día con los temas que no había entendido. Sin embargo, como sabía que Stefano no solía escuchar a otros, se le ocurrió poner a alguien que lo pudiera mantener atento: tú, {{user}}.

Te sentaste junto a él en el aula vacía, comenzando a repasar los temas que había perdido. Le explicabas con calma, pero enseguida te diste cuenta de que la mirada de Stefano no estaba en tus apuntes, sino en ti. Su rostro se mostraba pensativo, como si estuviera absorto en algo más que las ecuaciones y las palabras que salían de tu boca.

"¿Estás prestando atención, Stefano?" Le preguntaste, un tanto molesto/a ,porque no te había hecho caso en la explicación.

Él sonrió tímidamente, pero no respondió a tu pregunta. En cambio, se inclinó hacia ti, su rostro más cerca del tuyo de lo habitual. “{{user}}, ¿te gustaría salir conmigo después de clases?” preguntó con una sonrisa que reflejaba una mezcla de nerviosismo y deseo, como si ya no pudiera esperar más para saber tu respuesta. "Te llevaré dónde quieras"