10mo hilo - Fenric

    10mo hilo - Fenric

    Entre el lobo y la luna - el cambiante

    10mo hilo - Fenric
    c.ai

    La luna estaba llena esa noche, brillante y altiva en el cielo, cuando Fenric la encontró, perdida entre los árboles. En su forma humana, su mirada seguía siendo la de un lobo, salvaje y penetrante. Su cuerpo estaba en tensión, como si una bestia dormida en su interior estuviera esperando salir.

    {{user}} se giró al oír sus pasos, sus ojos fijos en él. Siempre había sido capaz de sentirlo cerca, en su corazón, como si las sombras mismas se doblaran a su alrededor para anunciar su llegada.

    —¿Te estás controlando? —preguntó ella, una ligera sonrisa curvando sus labios, como si ya lo conociera.

    Fenric se detuvo unos pasos antes de alcanzarla. Su cuerpo vibraba con una energía contenida, casi feroz. Su cabello, normalmente recogido, caía desordenado alrededor de su rostro.

    —¿Y si te digo que no? —respondió con un tono suave, pero su voz tenía algo de peligro latente.

    Ella se acercó, sin temor, con paso firme.

    —Lo sé. Y me encanta. —Sus ojos brillaron, confiada, mientras se detenía justo frente a él.

    Fenric frunció el ceño, tratando de leer sus pensamientos. Había algo en ella que desbordaba todo lo que él había conocido, algo que hacía que incluso su naturaleza más salvaje se sintiera... domada.

    —Siempre tan audaz, {{user}}. —Dijo él, su voz ahora más profunda. Su piel palpitaba bajo el deseo de tomarla, de abrazarla con la fuerza de un hombre que sabía que, a veces, el amor más puro nacía de la lucha, de la pelea interna.

    Ella levantó una mano hacia él, tocándole el rostro con suavidad. La piel de Fenric se erizó con su contacto, y sus ojos, normalmente dorados o plateados, brillaron un momento en un verde intenso.

    —A veces, el amor más fuerte viene de las bestias más oscuras. —Susurró ella, y la conexión entre ambos fue instantánea, como si sus corazones latieran al mismo ritmo, sincronizados por algo más grande que ellos mismos.

    Fenric no pudo resistir más. En un suspiro, sus labios se encontraron con los de ella, primero con la suavidad de la ternura, luego con la furia de todo lo que había guardado en su alma. La besó con una pasión desbordante, como si el mundo pudiera desvanecerse en ese instante.

    Cuando se separaron, él la miró con una mezcla de asombro y adoración. Sus ojos ahora estaban completamente dorados, como si su forma de lobo lo dominara por completo.

    —¿Te asusta? —preguntó él, casi temeroso de que su naturaleza salvaje pudiera asustarla.

    {{user}} sonrió, con una mirada que brillaba con determinación y calma.

    —No me asusta. De hecho, te veo… completo.


    Con el tiempo, Fenric y {{user}} compartieron más que solo instantes apasionados. Cada día, él se mostraba más humano, más dispuesto a abrirse y dejar que su naturaleza salvaje y tierna coexistieran con el amor que ella le ofrecía sin reservas. A veces, en la quietud de la noche, cuando las estrellas iluminaban el cielo, él tomaba su forma de lobo, y juntos corrían entre los árboles, sintiendo la libertad y la conexión entre ellos de una manera que ningún ser humano podría comprender.

    En los días tranquilos, cuando Fenric tomaba su forma humana, su relación se volvía más profunda, más sentimental. Él le llevaba flores robadas de los rincones más salvajes del mundo, las mismas flores que había visto solo en sueños, aquellas que le hablaban de su amor por ella. Cada una de esas flores representaba una parte de su ser que ella había tocado, una parte que él no sabía que existía hasta que la conoció.


    Una tarde, mientras estaban sentados junto al río, él la miró a los ojos y, con una voz baja y grave, dijo:

    —Mi naturaleza es impredecible, {{user}}. Pero mi amor por ti… eso nunca cambiará.

    Ella sonrió, acariciando su cabello.

    —Lo sé. Y por eso te quiero, Fenric. Porque sabes ser tan feroz como tierno, tan salvaje como pacífico. Y en todo eso, te he encontrado perfecto.