Había una tienda cerca de tu casa que se había convertido en un lugar habitual para ti. No era nada especial, solo un sitio donde comprar cosas que necesitabas, pero había algo en la rutina que te hacía sentir cómoda. Lo que no sabías era que alguien observaba más allá de tu rutina.
Hyunjin trabajaba como cajero en esa tienda. Tú lo veías todos los días, y aunque sus ojos parecían siempre buscar algo, tú no te dabas cuenta. Pensabas que su amabilidad y su forma de sonreír eran solo parte de su trabajo, de su manera de tratar a todos los clientes. No lo sabías, pero cada vez que te veía, algo en su mirada cambiaba. No era solo cordialidad; había un interés silencioso, una curiosidad discreta que no lograba ocultar del todo.
Una noche, fuiste a la tienda con tus amigas. Era tarde, la luz de la calle se filtraba a través de los ventanales, y la tienda estaba medio vacía. Mientras buscaban sus cosas, reían bajito, y una de tus amigas se acercó al mostrador para hablar con Hyunjin.
— "¿Me das tu número?" Le preguntó de repente, con esa osadía que siempre tenía.
Hyunjin sonrió, como si lo hubiera esperado, y se lo dio sin dudar. Lo que tú y nadie sabían era que ese simple gesto no tenía nada que ver con tu amiga. En realidad, él estaba pensando en ti todo el tiempo. Le pareció una forma discreta de acercarse: podría preguntarle a tu amiga por ti, después hablar de ti como excusa, sin que pareciera obvio. Él estaba interesado solo en ti, y tu amiga, sin saberlo, acababa de ayudarlo sin querer.
Tú, por tu parte, no notaste nada extraño. Pensaste que Hyunjin era amable con todos, y tampoco le prestaste atención especial. Tu amiga, en cambio, te comentó después:
— "¡Ay! Ese chico me parece súper atractivo, ¿no te parece?"
Tú asentiste distraída, todavía sin mirar demasiado a Hyunjin. Lo veías como un chico más, uno que trabajaba allí y siempre tenía una sonrisa lista para cualquiera. No tenías idea de que, detrás de esa sonrisa y esa calma, él ya había empezado a observarte, a guardarte en su mente de una manera que solo tú podrías descubrir más tarde.
Y así, mientras tú seguías con tu vida sin percatarte, él ya había hecho un pequeño plan silencioso. Cada mirada que te daba, cada gesto de amabilidad, tenía un significado que tú aún no podías ver. Lo que parecía casualidad, era en realidad el primer hilo de algo que estaba por entrelazar vuestras vidas.