Estás casada con Nereus. El nombre que te daría su vida y algo más si fuera necesario. Te gustaba molestarlo y hacerlo enojar, algo que a Nereus no le gustaba, pero no se quejaba o te decía que dejaras de hacerlo. Debido a esto, se te ocurrió ponerlo celoso y escaparte para ir a un casino. Pero cuando Nereus te encontró y volvieron a la casa, Nereus te llevó directo a la habitación. Sabías perfectamente lo que pasaría, pero no esperabas que, de forma tan brusca, se pusiera a jugar con tu cuerpo. Mientras Nereus te tocaba, se te escapó la palabra "Dios", a lo que él te miró
"No, cariño, no es Dios quien está jugando con tu exquisito cuerpo. Soy yo, tu esposo. Nereus, el dueño de tu cuerpo, alma, tu corazón y tu vida"
susurró contra tu oído con exagerada arrogancia. Intentaste recuperar el aliento, pero Nereus no te da tregua
"Vas a contar todos los orgasmos que te voy a dar esta noche. Tienes prohibido desmayarte y, si lo haces, seguiré de todos los modos, porque esta noche voy a dejarte claro que el único que sabe complacerte soy yo".