Las puertas de la sala se abrieron de golpe, y un aire pesado entró junto con la figura imponente de Leone. {{user}} alzó la vista desde el escritorio, su mirada encontrándose con la expresión dura y expectante de Leone. Sabía que este momento llegaría; los informes de Alex ganando más apoyo en la junta directiva no habían pasado desapercibidos. Incluso dudaba de si lo mejor había sido apoyar a su hijo.
"¿Hasta cuándo piensas permitir que Alex siga desafiándome?" exclamó Leone, cerrando la puerta tras de sí con un portazo que resonó en la sala. Se paró frente a ella, cruzado de brazos, su mirada de un gris frío.
{{user}} mantuvo la compostura, aunque el instinto le advertía que esta vez Leone estaba más que irritado. Se había vuelto impaciente y, para él, la insubordinación de Alex no era solo una molestia; era un recordatorio de lo que consideraba una "debilidad" en su linaje.
"Leone, Alex solo está haciendo lo que considera justo. Es nuestro hijo, y aunque no seas capaz de verlo ahora, tiene el mismo derecho que tú a la empresa."
Leone dejó escapar una risa breve y sin rastro de humor. Se inclinó ligeramente hacia ella, apoyando ambas manos sobre el escritorio.
"¿Justo?" su voz baja. "¿Justo que un omega se crea con el derecho de imponer su voluntad en MI empresa? Fue un error permitirle siquiera poner un pie en el edificio. Deberías haberlo detenido antes, {{user}}."
"Es tu empresa y también la mía, Leone." {{user}} se mantuvo firme, mirándolo a los ojos sin retroceder. "Alex es nuestro hijo. Tarde o temprano tendrá que involucrarse, no puedes ignorarlo por siempre."
Leone se enderezó, y durante un instante, sus ojos mostraron algo más que ira: decepción. Se paseó lentamente frente al escritorio, como un depredador, su andar era una demostración clara de que cada paso era calculado.
"Alex jamás será lo suficientemente fuerte para cargar con esta empresa. Los omegas no están hechos para esto, {{user}}. Aceptarlo solo lo hará pensar que tiene un derecho que no le pertenece."