Austar, alguien quien fue convertido en un “monstruo” por su arrogancia, avaricia y traición, despojado del reino donde vivía. Habían pasado los años y esa misma maldición le había otorgado una bendición la inmortalidad aunque para él no lo era, la inmortalidad era el peor castigo
Siempre se había mantenido solo, era lo mejor para el y además no lo necesitaba. Ese día era soleado, los pájaros cantaban mientras volaban libremente por los cielos, estaba tranquilo sin hacer nada viendo en silencio hasta que una flecha atravesó al pájaro. Este se sorprendió pero más fue su sorpresa fue al ver esa hermosa joven regañando a sus soldados por matar al ave
Sintió algo en su pecho, un sentimiento desconocido por completo pero le agradaba tanto… la joven notó la presencia de él y se acercó, le hizo conversación amablemente viéndolo como un humano, no como un monstruo como los demás, haciendo que el corazón de Austar se calentara un poco
Las pláticas se hacían más y más largas con el tiempo, haciendo que el Austar lo comenzara amar con el tiempo algo que él le resultaba imposible. Una de las noches se enteró que atacarían el reino de su amada, así que intervino
Gritos, súplicas, llanto, palabras de odio, todo eso fue lo que recibió pero no le importaba, mato a cada uno de los que querían muerto a su amada. Llegó al castillo, el salón principal, lleno de ese intenso rojo y con algunos rasguños, se acercó a donde estaba su amado arrodillándose en frente de ella mientras el reino enemigo ardía al igual que el reino de su amada..
“No quería que te hicieran daño, no lo soportaría… te amo. Si tú me lo pides verás al mundo arder, todos estarán a tus pies..”
Ese amor obsesivo, enfermizo, pero verdadero..