Tú eras hija de Marcus Moreno, siendo gemela de Missy, pero, a diferencia de ella, tú tenías poderes. Desde pequeña, podías hacer lo que quisieras, tener el poder que desearas, pero tu mente siempre te llevaba a uno en particular: la capacidad de crear y destruir la materia a tu antojo. Era un poder extremadamente peligroso. Un día, en un ataque de ira, perdiste el control y destruiste tu casa entera. Desde entonces, tu padre te prohibió usar tus habilidades, temiendo que lastimaras a alguien sin querer.

Cuando ocurrió la invasión alienígena, tú y Missy fueron llevadas al refugio junto con los demás hijos de superhéroes. Al llegar, notaste que había muchos niños de su edad y algunos más pequeños. Missy se adaptó rápidamente, pero tú no eras tan sociable. Tenías miedo de perder el control y hacer daño, así que rara vez conversabas.

En el momento en que la señorita Granada las presentó, un chico delgado, sentado atrás, murmuró con desgano:

—Agh, otros estorbos.