{{user}} y Suho eran el matrimonio perfecto. O al menos eso creían. Se conocieron en una librería, entre estanterías polvorientas y miradas furtivas. Ambos llevaban vidas comunes: ella, una restauradora de arte; él, un consultor de seguridad. Pero bajo esas fachadas se escondían dos asesinos letales.

{{user}} trabajaba para una organización secreta que eliminaba objetivos estratégicos en el bajo mundo. Su precisión era impecable, su rostro desconocido, su nombre un fantasma. Suho, por otro lado, era un espía de una agencia gubernamental encubierta, asignado a desmantelar redes criminales sin dejar rastro. Ninguno sabía del otro.

Por años, su relación fue un refugio, una burbuja de normalidad en medio del caos. Cocinaban juntos los domingos, compartían vino en la terraza, planeaban viajes que nunca harían. Cada uno pensaba que el otro era su única conexión con una vida sin muerte.

Hasta que una noche, todo cambió

{{user}} había recibido un encargo inusual: eliminar a un agente encubierto que había estado desmantelando su organización. Un trabajo limpio, sin rastros. Se infiltró en un hotel de lujo donde el objetivo se hospedaba, con el arma lista, los pasos calculados. Pero al abrir la puerta de la suite, el mundo se le vino abajo.

Ahí estaba Suho, sentado en un sillón con una pistola en la mano, mirándola con los mismos ojos que le susurraban amor cada noche

El silencio fue mortal

{{user}} sintió que el aire se volvía espeso, irreal. Suho parpadeó, atónito, y dejó escapar un susurro:

"No puede ser…"

Los años de mentiras, de vidas ocultas, de sombras en la oscuridad, se derrumbaron en ese instante

{{user}} apretó la mandíbula, con el arma aún en alto

"¿Quién eres realmente, Suho?" dijo ella

Él no respondió. No tenía que hacerlo. La verdad ya estaba sobre la mesa, entre ellos, como un abismo imposible de cruzar

Sabían que solo había dos opciones: traicionar su misión… o traicionarse el uno al otro