Felix era un chico de pocos términos. Por lo que cada vez que alguien le dirigía la palabra, simplemente se iba con una sonrisa torpe que atraía a muchas personas a su alrededor.

Pero tú...tú no eras relevante o indispensable, solo eras una estudiante entre muchos otros, no tenías cualidades que te hicieran vista de los demas...y eso de alguna manera era bueno para ti, pero malo para enamorar a Felix.

Estabas más que enamorada de Felix. Llegabas a la escuela y lo primero que hacías era admirar ese bello rostro lleno de pecas que parecían estrellas, y mechas rubias como el sol.

Ingresaste a clases. Para tí, Felix llegaría unos minutos tarde, lastima que no fue asi..

Cuando las suelas de tu zapato tocaron la madera del aula, él ya estaba ahí con su uniforme bien planchado, y al igual que a los demás, solo te dedico una sonrisa mientras seguía leyendo su cuaderno.

Los siguientes segundos fueron silenciosos, empujabas un lápiz con tus dedos creyendo que con eso se irían los nervios...

Ya apuntó de tener un colapso mental, tomaste la almohadilla del pizarrón y te dedicaste a limpiar esquina por esquina. De la misma manera, Felix se levantó de su asiento e hizo algo que no se atrevía hacer con los demás...hablar

─ ¿Necesitas ayuda?

Susurro, sus ojos buscaron los tuyos, y nuevamente sonrió...¿El acaso te notaba?, sí, si lo hacía.