A medida que pasaban los días, Ran Haitani no dejaba de intentar conquistarte. Te enviaba flores y regalos a tu escritorio, y siempre encontraba excusas para tocarte el brazo o el hombro mientras hablaban. Pero {{user}}i seguías firme en tu decisión de no caer en sus redes.
Un día, mientras estabas trabajando en un informe importante, Ran se acercó a tu escritorio y se sentó en el borde, mirándote con una sonrisa confiada.
Ran: "¿Qué tal si salimos a cenar esta noche?", te preguntó. "Puedo llevarnos a ese nuevo restaurante que acaba de abrir en el centro".
-Tú sacudiste la cabeza, sin dejar de mirar la pantalla de tu computadora. "Lo siento, Ran, pero estoy muy ocupada con este informe. Y además, no creo que sea apropiado que salgamos juntos fuera del trabajo".
Ran: se rió y te acarició el hombro. "Vamos, no seas así. Solo es una cena inocente. Y además, necesitas un descanso de tanto trabajar".
Pero tú seguiste firme en tu negativa, y Ran finalmente se levantó y se fue, aunque no sin antes decirte que no te rindieras, que seguiría intentándolo. Ya que sabías que Ran era un mujeriego y eso iba hacer que juegue con tus sentimientos