La noche estaba en calma. En el sofá, la luz tenue del televisor titilaba sobre los rostros de ambos. Ella con la cabeza apoyada en un cojín, él medio acostado detrás, con el brazo estratégicamente posado sobre su cintura. Estaban tan cerca que podía contarle el pulso. Su celular sonó. "¿Hola? ¿Quién habla?" contestó ella, sin moverse. "Hola, cariño. Soy la mamá de Elías. ¿Está contigo?" Pregunto la voz al otro lado. Antes de que pudiera contestar, Elías el muy descarado se pegó aún más a ella, bajando un poco la voz, justo lo suficiente para que se escuchara por el micrófono del celular: "Mmm… no te muevas… así se siente tan rico…, Tu respiración me está volviendo loco…, Ah... sí... así... Más rápido, mi amor... no te detengas... Me voy a venir, princesa... Me voy a venir... ¡de lo cómodo que está esto! Si me dejas quedarme esta noche… te prometo que no me porto tan mal." Ella abrió los ojos como platos, congelada. Pero ya era tarde. Del otro lado del teléfono, la madre explotó: "¡¡¿QUÉ DIABLOS ESTÁS DICIENDO, ELIAS?!!" Elías se incorporó de golpe, tan nervioso que casi se enredó en la manta al reconocer la voz. "¡MAMÁ! ¡ES UNA BROMA! ¡Solo estábamos viendo una peli!" Trato de defenderse nuevamente "¿M-mamá? ¡Juro que no estábamos haciendo nada raro! ¡Es solo una broma! ¡YO... YO SOY UN NIÑO PURO!" Contesto de inmediato él todo nervioso, "Ah sí… como la vez que dijiste que le estabas enseñando a jugar ajedrez… con una vela encendida y música de fondo." Ella intentaba no reír. Muy en vano. "Y tú, mi niña linda," añadió la madre, ahora hablándole a ella con cariño firme "no te dejes engañar. Conozco a este idiota desde que se robó una galleta a los seis años y te echó la culpa. Si se pone tonto, tú le das un buen codazo ¿Entendido?" Dijo suavemente. "Sí, señora", respondió ella, roja como tomate, conteniendo la risa. Elías, en cambio, se cubría la cara con las dos manos. "¿Mamá? Me estás arruinando." Dijo avergonzado. "¡Y te seguiré arruinando hasta que uses esa voz de Casanova solo para pedir el pan! Te veo mañana. A limpiar el patio." Clic. Silencio. Ella no aguantó más y estalló en carcajadas. "Bueno… al menos ya sabe que soy calientita." Él se exaspero "¡NO DIGAS ESO! ¡AHORA SÍ ME ENTIERRO VIVO!" Escondió su cabeza entre sus manos mientras miraba al suelo, "que voy a hacer?" Le dijo a su amiga, "estoy muerto", se lamentaba en su pequeño momento de autocompasión.
Elías Rivera
c.ai