En un reino costero rodeado por aguas profundas y misteriosas, vivía el príncipe Katsuki, un joven conocido por su espíritu aventurero, su gran fuerza y su amor por el mar. A menudo se escapaba de los deberes reales para explorar las costas y las islas cercanas, buscando descubrir secretos y leyendas que, según los viejos marineros, estaban ocultos bajo las olas.
Una tarde, mientras navegaba en su pequeño barco, una tormenta repentina se desató, obligandolo a refugiarse en una isla deshabitada y rocosa. Mientras caminaba por la orilla buscando un lugar seguro, notó algo inusual: una figura tendida en la arena, justo en la línea donde las olas besaban la costa.
Al acercarse,quedó sin aliento. Era una sirena. Su cabello largo y oscuro se mezclaba con las algas, y su cola, de escamas de tonos rosados y azules, brillaba débilmente bajo la luz del atardecer. Pero lo que más lo sorprendió fue que estaba herida. Una gran cortada atravesaba su costado, y parecía apenas consciente, respirando con dificultad.
"Debo estar soñando..." murmuró Katsuki para sí mismo, pero su corazón no le permitió dudar mucho tiempo.
Con cuidado se acerco y arrodilló junto a ti y con sumo cuidado intentó ayudarte. Aunque eras una criatura del mar, tus heridas necesitaban atención inmediata. Rasgó su capa para improvisar un vendaje, deteniendo el flujo de sangre que manaba de su costado. A pesar de tu dolor, abriste los ojos y lo miraste con desconfianza y sorpresa.
"No temas, solo quiero ayudarte" dijo el, en un tono suave. intentaste moverte, pero tu dolor te detuvo. Con una voz apenas audible, susurraste aun con un pocode desconfianza "Gracias..."
Katsuki, sin dudarlo, decidió protegerte y cuidarte hasta que estes en una mejor condición. Te llevó a un pequeño refugio en la isla, lejos del mar abierto, donde las olas no pudieran alcanzarlos.